Palomas (...pero no avutardas): el correo aéreo de hace miles de años

No hay nada nuevo bajo el Sol. Recuerdo que cuando estudiábamos la asignatura de antropología, nuestro profesor nos decía aquello de que el hombre primitivo era igual de inteligente que el hombre actual, solo que con menos medios. Una muestra de ello es ver cómo se desarrolló la solución a la necesidad de enviar mensajes de forma rápida y segura. Rápidamente el hombre pensó en las aves.

Más rápidas y fiables que los mensajeros a la carrera, más veloces que los jinetes. Aunque parezca increíble, los antiguos egipcios ya habían encontrado la solución a la mensajería urgente hace 5.000 años. En las torres de vigilancia establecidas en sus fronteras situaron jaulas con palomas especialmente criadas, capaces de cubrir de un solo vuelo distancias hasta de 600 kilómetros con una notable velocidad. Los antiguos ya habían calculado que las palomas mensajeras pueden recorrer hasta 90 kilómetros por hora, o sea, que superan el rendimiento real de un tren expreso, teniendo en cuenta, además, que vuelan siempre eligiendo la ruta más corta. El resultado es un sistema súper eficiente. No, estos tíos no eran nada tontos.

Según saben los historiadores por su conocimiento de las tallas e inscripciones del Rey Zoser halladas en el 2600 a.C., se desprende que los antiguos tenían un sofisticado sistema desarrollado como servicio regular de palomas mensajeras para la transmisión de noticias y órdenes a sus representantes establecidos en las diferentes poblaciones del reino. Estos inteligentes individuos habían montado puestos específicos a lo largo de su frontera y además habían calculado el tiempo de vuelo de las aves. Habían montado «palomares intermedios», hacia los que volaban las palomas en cada suelta, y donde se reunían las noticias para ser transmitidas al puesto siguiente. Este «correo aéreo», al parecer, trabajaba tan regularmente y con tanta rapidez, que en tiempos de paz era utilizado por los particulares para el intercambio de su correspondencia. 

Según una inscripción correspondiente al reinado de Phiops II (unos 2230 años a. C.), algunas casas comerciales embarcaban palomas mensajeras en sus naves, para ser informadas con anticipación de su regreso y de las mercancías que traían a bordo, noticias que con frecuencia significaban para los comerciantes una notable ganancia de carácter especulativo.

Los romanos, que tampoco eran nada tontos, se dieron cuenta también del potencial de las aves. Igual que los antiguos egipcios, también empleaban las palomas para la rápida transmisión de noticias importantes y de cierta extensión, y son Marcial y Plinio quienes nos informan minuciosamente sobre este particular y de cómo los hábiles romanos ataban los mensajes a las patas de las palomas.  Los romanos construyeron torreones dedicados exclusivamente a la cría y adiestramiento de estas aves, a la vez que era llevado un cuidadoso registro genealógico de los ejemplares más notables. Hubo palomas por las que se llegó a pagar hasta 400 denarios, una pequeña fortuna.

Los gladiadores romanos solían emplear palomas para informar a sus deudos de las victorias obtenidas en los combates. De los escritos de Plinio también se desprende que, bajo el mando de Julio César, los ejércitos romanos utilizaban palomas mensajeras para enviar noticias desde distintos puntos de las Galias, especialmente cuando se hallaban en campaña.

Otros pueblos muy espabilados que también emplearon el «correo aéreo con palomas» fueron los árabes. Cruzando todo su imperio, llegaron a establecer una completísima red de palomares para palomas mensajeras; tanto, que se extendía desde el Próximo Oriente hasta Egipto. En todas las direcciones de la rosa de los vientos, y separados entre sí por distancias de unos 20 kilómetros, los árabes levantaron los palomares que servían de orientación y alojamiento a las aves mensajeras. Los despachos enviados los ataban bajo las alas de los animales; cada paloma tenía su propio nombre, el cual era citado en el mensaje que portaba, en el que también se hacía constar el lugar, fecha y hora exacta de la suelta de la paloma. A cambio de un estipendio establecido con tarifas fijas, los ciudadanos particulares podían hacer uso del servicio de las palomas mensajeras.

Las cartas, limitadas a una determinada extensión, se entregaban en los palomares, cada uno de los cuales disponía de una dotación permanente de 300 palomas, mientras que la central de Bagdad, como mínimo, debía alojar un millar de estas aves.

Con estos datos es posible formarnos una idea de la buena organización que debía de tener el servicio de palomas mensajeras, el cual constituía una especie de correo aéreo con todas sus ventajas. Ello nos ofrece una demostración más en relación con la capacidad de adaptación y de aprovechamiento de las posibilidades técnicas que nuestros antepasados evidenciaron en tantos aspectos, consistente en este caso en haber sabido valorar con acierto la velocidad de vuelo y sentido de orientación de las palomas para la transmisión de noticias.

Durante la I GM, donde las comunicaciones por radio en AM eran esacasa y poco fiables, se utilizaron las palomas mensajeras en todos los ámbitos. Debajo se puede ver el lanzamiento de una de estas palomas desde un tanque en el frente occidental de Francia. 


En este caso las palomas hacían de enlace entre tanques. Iban y venían de uno a otro para sincronizar las maniobras de ataque. También recibieron condecoraciones. Existen casos heróicos de palomos audaces, como el caso de Cher Ami, una paloma mensajera en la Primera Guerra Mundial que recibió la Medalla Croix de Guerre, de Francia, con hojas de roble por su servicio en Verdun. A pesar de que casi perdió una pata y recibió un disparo en el pecho, logró viajar alrededor de 40 km para transmitir el mensaje que salvó a 194 hombres del Batallón Perdido de la 77.a División de Infantería en la Batalla de Argonne, en octubre de 1918.

Debajo se puede ver un autobus reconvertido durante la I GM para alojar a los ppalomos mensajeros en Francia.


Más recientemente, sabemos que la batalla aérea sobre el canal de La Mancha durante la Segunda Guerra Mundial no se disputó únicamente con aviones, también las aves jugaron su papel importante. Hubo una maniobra británica de desinformación consistente en que aviones de la RAF soltaran palomas mensajeras con información falsa mientras sobrevolaban el canal. Por supuesto, el objetivo era que los alemanes las interceptaran y tomaran la información que portaban como cierta. Pero la operación era aún más compleja. El servicio de inteligencia británico, MI5, disponía de una unidad de halcones denominada Unidad Interceptora de Pájaros, al frente de la cual estaba lord Tredegar. Por supuesto, estos halcones capturaban las palomas que enviaban espías alemanes en tierras británicas con destino al continente, llevando información útil para el Ejército nazi. Capturar una de estas palomas suponía, en primer lugar, evitar que la información llegara a su destino; además, en algunos casos, suponía estrechar el cerco o incluso detener al espía, y, en otros, la posibilidad de cambiar a conveniencia el mensaje que llevaba la paloma y dejarla ir.

Al otro lado del Atlántico, los norteamericanos trabajaban con el profesor Bruurus F. Skinner para desarrollar un sistema de control de misiles dirigidos por palomas (proyecto ORCON) gracias al famoso condcionamiento operante. Este tema ya se trató en el Blog:

Comentarios

  1. Deduzco que no somos mas inteligentes que 5000 años, sólo somos más brutos a la hora de zurrarnos entre nosotros...😉

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El MAC o cuerda aerodinámica media

Neumáticos de avión: mucho más que caucho

Sistema de detección de fuego y extinción