Nostalgia setentera: Estrellando aviones por amor al arte

En los setenta los días eran largos en Oviedo, además el mal tiempo animaba a quedarse en casa.  Recuerdo que una de mis diversiones favoritas en aquel entonces era la de pasar las horas intentando filmar efectos especiales como los de las grandes super-producciones de Hollywood. Los medios en aquel entonces eran realmente precarios. Solo contaba con una cámara de cine Super-8, la inestimable ayuda de mi hermano (que se apuntaba a todas las burradas que se me ocurrían) y mucha imaginación. La escena clave que estaba empeñado en filmar era el estrellamiento de un avión comercial con todo lujo de detalles, como aquellos que se veían en las películas de desastres de la serie Aeropuerto. Contábamos ya con alguna maqueta más o menos realista que colgaba de hilos de nailon generalmente procedente de las medias de mis hermanas. Supongo que todavía se estarán preguntado como es que se les hacían entonces tantas carreras a sus medias.

Había que hacerlo todo, montar la maqueta, pintarla, crear el escenario, la iluminación, etc. Una tarea fundamental para los efectos especiales era la de hacernos con material pirotécnico suficiente como para crear una gran explosión y que pareciera "real". Por suerte contábamos con la "Nueva Boalesa", un lugar mágico para los chavales de Oviedo. Era un pequeño local situado en la calle Santa Susana, muy cerca del colegio de los Hermanos Maristas. En este establecimiento uno se podía encontrar casi con cualquier cosa. Chucherias, bombas fétidas y otros materiales para bromas, compra-venta-trueque de tebeos, cigarrillos sueltos y..., por supuesto petardos de todas clases. Estoy seguro de que los lectores también conocen algún sitio parecido en su ciudad.

Debajo se puede ver algunos de los elementos clave para la producción de efectos especiales en 1975. La seguridad ante todo, además del venerable flexo, ya incluíamos por si acaso la mercromina y las tiritas entre el material esencial. Se trataba básicamente de atiborrar la maqueta con petardos estratégicamente dispuestos, bien pegados con imedio o sujetos con plastilina, que también servía para el centrado y equilibrado de la maqueta. Alta tecnología.

Bengalas, petardos, una pila de petaca para la detonación  eléctrica... en fin, "pa'vernos matao", pero aquí seguimos.

La cámara de cine Super-8 era muy limitada, no como ahora que todo es automático y digital. Para hacer un fundido encadenado por ejemplo, se debía de filmar haciendo un fundido al cierre y entonces debíamos de ir a un cuarto oscuro, sacar la película sin que se velara y con un aditamento especial debíamos de rebobinar la película un poco para posteriormente filmar encima otra vez, pero esta vez abriendo el obturador (apertura desde negro). Vamos, todo muy artesanal.  La acción de una explosión o estrellamiento debía de filmarse a cámara lenta para dar la sensación de que la maqueta era un aparato realmente grande. El problema principal es que la cámara solo tenía tres velocidades, como se puede ver en la foto. La idea era utilizar la máxima velocidad "slow motion" que debían de ser unos 50 fotogramas por segundo y luego pasarla a 18 en la proyección para ganar algo más de lentitud. Hoy en día con un iPhone se puede filmar a cámara superlenta sin problemas casi de forma profesional. Además de la velocidad de filmación, para hacer que la escena fuera totalmente realista se debía de filmar con la iluminación correcta y con el punto de vista adecuado. Basta echar un vistazo a las fotos de mi muy admirado Michael Paul Smith (otro niño que nunca creció), para darse cuenta de esto último.

Se pueden ver más trabajos suyos en estas páginas:

https://petapixel.com/2015/02/02/look-michael-paul-smith-creates-historical-photos-incredibly-detailed-models/

https://www.flickr.com/photos/24796741@N05/

Un modelo estático es relativamente fácil de rodar, pero las explosiones son otra cosa. Los petardos de por si reaccionaban con una deflagración violenta y para poder recrear explosiones grandes debían de ser ralentizados de alguna manera. Para ello también disponíamos de un juego de química Cheminova, (que hoy estaría prohibido), con capacidad para crear pólvoras, explosivos y otras cosas peligrosas.

Nitrato potásico, azufre, etc... Capacidad para producir venenos y explosivos. Todo lo necesario para hacer feliz a un chaval de los 70, hoy en día es impensable.

Los resultados raramente eran los deseados, pero le echábamos mucho tiempo y lo pasábamos bomba (nunca mejor dicho). Años más tarde descubrí que lo que yo hacía a pequeña escala, era lo que otros hacían  con más medios. Siempre se ha dicho que la diferencia entre un niño y un hombre solo está en el precio del juguete. En 1984 la NASA y la FAA hicieron la famosa demostración de un accidente controlado con un Boeing 720 volado de forma remota, lleno de cámaras y atiborrado de combustible. 

La filmación fue impecable y el resultado espectacular.

En 2012, una serie de documentales para TV llamados Curiosity hicieron algo parecido con un 727 en Mexico. 

En el cine se han creado muy buenos efectos especiales con técnicas digitales. En el vídeo que sigue se pueden ver 10 de los mejores estrellamientos ficticios. La tecnología digital en su apogeo.

Antes de 1977 (cuando John Dykstra inventó para Star Wars la famosa Dykstraflex y los efectos digitales) todo era artesanal y complicado. Yo lo intenté de forma amateur y sé bien lo difícil que es poder recrear un estrellamiento de forma realista. Por ello, para mi, tenía mucho más mérito lo que se hacía entonces, mucho más que ahora. No estoy seguro de que cualquier tiempo pasado haya sido siempre mejor, pero sede luego debo de admitir que ya no me divierte tanto ir al cine como antes.