Volando bajo: nostalgia automovilística setentera (primera parte)

Hoy va de coches. Mucho antes de Fernando Alonso yo era uno de los pocos bichos raros en España (...o por lo menos en Oviedo) que seguía con gran interés la Fórmula 1. Mi afición comenzó en 1975, cuando tenía 14 años. Ya me había picado el gusanillo de la velocidad mucho antes, pero en ese año realmente descubrí lo mucho que me gustaban las carreras de F1.

En aquel tiempo estaban compitiendo pilotos como Carlos Reutemann, Jackie Stewart, Niki Lauda, James Hunt, Emerson Fittipaldi, (Senna ya vendría más tarde) etc. Recuerdo vivamente el duelo Lauda-Hunt de 1976 y por ello recomiendo la película Rush a todos aquellos a los que les guste el mundillo.

Es una peli estupendamente interpretada por Chris Hemsworth (James Hunt) y Daniel Brühl (Niki Lauda). Se puede llevar a la novia a ver esta película sin problemas, porque actúa el tío buenorro del Hemsworth (el marido de la Pataky) y aunque el tema de coches y carreras no les vaya, eso siempre ayuda :)


Coñas aparte, el film está bien y narra uno de los periodos más vibrantes de la F1 que yo recuerdo. Niki Lauda y James Hunt lucharon por el Campeonato Mundial de Fórmula 1 de 1976 y ver la película me retrotrae a aquella época. La historia (aunque algo exagerada para darle más interés) está estupendamente narrada y ambientada, me gustó mucho y la disfruté varias veces en el cine en pantalla grande (el sonido  de los motores es genial en una buena sala).  Otras pelis de F1 que seguramente harán disfrutar a los aficionados:






Después de una peli como esta, a alguien de mi edad casi seguro que le entran ganas de tirar de álbum y ver las fotos de entonces y la pinta que uno tenía. Volver a los 70 casi siempre es divertido.

Burradas setenteras

Vale, era otra época. Por aquel entonces (1974) yo no había volado nunca, pero me parecía que conducir rápido debía de ser lo más parecido a hacerlo a ras de suelo. Se imponía entonce probar a conducir rápido, el problema es que había pocas oportunidades. En aquel entonces y con esa edad, (hoy en día ya no se puede, es algo impensable) mi padre me dejaba conducir su Dodge Dart de 6 cilindros y 3.700 cc fabricado por Barreiros de segunda mano. Era un coche enorme con asiento delantero corrido (para tres personas) y con cinturones de seguridad sencillos (simple anclaje vertical). Me dejaba llevarlo, pero solo cuando estábamos en nuestra finca en el campo. Dentro de los límites de esta había carreteras sin tráfico donde podía poner el coche a nada menos que 60 por hora (aunque al llegar al cole decía que eran 100). No estaba mal para un crío de mi edad.

Aunque pueda parecer raro, mi padre me enseñó a salir en tercera con ese monstruo. Como suena. En tercera y sin problemas. Tenía sus motivos. El coche solo tenía 4 marchas, pero estaba dotado de un carburador Carter de doble cuerpo que hacía que el motor entregara sin problemas más y más par cuando se le pisaba. El Dodge Dart tenía tracción trasera y una gran desmultiplicación del volante. Todo eso con aquella potencia descomunal y la gran cilindrada hacía que fuera muy posible hacerlo derrapar y perder el control (en Norteamérica le llamaban el gigante de los pies de barro por ese motivo). Mi padre era muy cauto y me enseñó a salir tranquilamente en tercera velocidad, para mantener el control en caso de que yo le pisara de más. El vehículo se convertía así en un coche casi automático. Se podía salir perfectamente en tercera desde parado y alcanzar casi los 150 sin cambiar de marcha. Una auténtica barbaridad que disfruté algunas veces. Pero yo quería más.


Tuve que esperar unos años para tener carné y luego algunos más para tener algunos ingresos y poder endeudarme en un coche. Una vez que tuve el dinero y la oportunidad, recuerdo que eché un ojo al modelo FORD Fiesta S de 1300 cc. Era un coche de segunda mano del año 1979, pero para mi gusto y tal como se decía en la época, me pareció "mucha fiesta y poco FORD". Aunque no fuera cierto, también se decía aquello de "FORD: feo, ordinario, rotura diaria", más que nada por fastidiar a los propietarios de aquellos vehículos (puñetera envidia, ellos tenían coche y nosotros no). Los 66 caballos, eran una burrada para el peso del coche y la poca, no me bastaban. Se imponía buscar otra cosa. Por aquel entonces, como casi todos los chavales de mi época, yo estaba muy interesado y enterado de todo lo relacionado con el mundo del automóvil. Sabía perfectamente lo que había ocurrido con la oferta deportiva de la casa SEAT. 

Los SEAT 124 Sport de 1.600 cc y 1.800 cc se habían quedado antiguos y se estaba llegando a acuerdos con otras marcas para poder fabricar nuevos deportivos en España. Aunque nos burlábamos mucho de la marca y decíamos aquello de "SEAT: Siempre Estamos Apretando Tornillos", la marca tuvo buenos coches. El 124 Sport 1.800 por ejemplo, tenía ya unas prestaciones sobresalientes para la época. El motor era de 4 cilindros en línea, delantero longitudinal vertical. Tenía una cilindrada de 1.756 cc. Un carburador vertical de 2 cuerpos, de apertura mecánica diferenciada de la casa Weber. Con una compresión de 9,81 el motor entregaba una potencia nada despreciable: 118 CV. DIN, a 6.000 r.p.m. con un par motor máximo de 15,6 mkg. DIN, a 4.000 r.p.m. No estaba nada mal para un modelo de mediados de los 70. Algo así estaba buscando. El problema es que se dejaría de producir en breve. 


La solución para nuestra marca vino de la casa Lancia, que ya pertenecía a la FIAT desde finales de los años 60. Lancia fue fundada en 1906 por Vincenzo Lancia, bajo el nombre de Lancia & C, pero en 1969 fue comprada por la todopoderosa Fábrica Italiana de Autos de Turín. Los coches de la casa Lancia siempre me parecieron muy bonitos, potentes y mejor acabados (más lujosos) que los SEAT. Pero sobre todo siempre me parecieron unos coches elegantes. Entre todos los modelos, el que más me llamaba la atención era el creado por uno de mis diseñadores favoritos, Pininfarina, que en los 70 se encargó de dar forma al que para mi gusto sigue siendo el coche (grande) más bonito y elegante de la época. Me refiero al Lancia Gamma coupé del que muchos lectores se acordarán. 



En el siguiente post hablaré del Beta Coupé, que fue mi primer coche.

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