¿Qué hiciste en Oriente Medio, papi?

Este es un post dedicado a un fiel seguidor, que me ha pedido que hable algo sobre helicópteros. Tienes razón querido amigo. Es un tema que debería tratar mas. Vamos a poner hoy mi primera experiencia con este tipo de aeronaves.

Para empezar debo decir que yo era de los que pensaba eso de "Helicopters can't really fly - they're just so ugly that the earth immediately repels them." Pero todo cambió cuando pude volar por primera vez en uno de ellos. 

¿Qué hiciste en Oriente Medio, papi? 

Parafraseando la famosa película, a veces también me he preguntado eso. Sobre todo, cuando echo la vista atrás y me veo sentado a los mandos de un helicóptero.... aparato extraño para un piloto de ala fija como yo era. A pesar de todas las vicisitudes que acaecieron, creo que la experiencia de volar en estos aparatos mereció la pena. En la foto que abre el post se puede ver una de las terminales del aeropuerto de Emiratos Árabes con su mercadillo de oro.

Tribulaciones de un españolito en Arabia
En 2003 estaba dando clases a los aspirantes a ATPL y un amigo británico que trabajaba para BAE Systems me preguntó si estaba interesado en unirme a una compañía de aviación civil encargada de dar instrucción a pilotos en Abu Dhabi. Las condiciones parecían buenas y la empresa en cuestión era una rama del todopoderoso fondo de inversión MUBADALA (propietario entre otras cosas del 3% de Ferrari). Siempre me sedujo la idea de poder trabajar para grandes compañías y después de pensar los pros y contras me animé a presentarme a la entrevista. 

Un vuelo de 7 horas desde Madrid me trasladó al gigantesco y lujoso aeropuerto de Dubai situado a 4 km al sudeste de la ciudad, en pleno corazón de los Emiratos Árabes Unidos. Desde el momento en el que pisé la terminal me di cuenta de que acababa de entrar en otro mundo. Allí todo es superlativo y desmesurado.

A la entrada en el país la policía comprobó mi visa y escanearon mi iris con aparatos muy modernos antes de dejarme entrar. Pude comprobar que existía mucha seguridad en el país y los trámites no fueron excesivamente burocráticos. 

Desde ahí por carretera un chófer de la compañía me llevó a Al Ain, en mitad del desierto del mismo nombre. Al Ain forma un triángulo con la capital Abu Dhabi y la vecina Dubai donde cada ciudad se ubica equidistante a una distancia de unos 150 kilómetros de las otras dos. 

Llama la atención al viajero, ver que estas tres ciudades están unidas por autopistas que cruzan el desierto y se encuentran totalmente iluminadas por farolas las 24 horas del día. Está claro que el dinero no es un problema en aquel país. Durante el viaje, que duró algo más de una hora, pude ver palmeras y muchas dunas, también nos cruzamos con unos cuantos camellos. La carretera (¿autopista?) de cuatro carriles no tenía vallado en los laterales y era frecuente ver a locales pastorear estos animales e incluso cruzar la vía. Nada más llegar a Al Ain me alojé en el espectacular Hotel Intercontinental (de cinco estrellas y un cometa) que pagaba la empresa.

Hacía mucho calor, pero no quise poner el aire acondicionado. Me gustaba la sensación de estar en un ambiente casi irreal. La llamada del muecín desde el minarete me despertó muy temprano.  Salía el Sol y me quedé atónito unos minutos al ver por la ventana el bonito espectáculo del amanecer en el desierto. De película. Pero en poco tiempo empezaría mi entrevista con la dirección de la empresa y tenía que prepararme.

La entrevista

Me encontraba sentado frente a un árabe de aspecto imponente al que acompañaban otros directores de la empresa. Los acompañantes solo miraban atentamente. Mi interlocutor era el jefe y solo hablaba él, se notaba la jerarquía y el respeto debido. 

Vestía el típico camisón blanco o dishdasha (blanco impoluto, parecía un anuncio de Ariel) de los emiratíes. También llevaba su agal o tocado de cabeza... muy de película. Mohammed era una persona de unos cincuenta y tantos años, con barba negra en la que ya afloraban algunas canas, nariz aguileña, pobladas cejas que se dejaban ver por encima de la montura de sus gafas y tez tostada por el aire del desierto. Tenía ojos negros, una mirada incisiva y sonrisa franca. A pesar de su alto cargo su semblante era amable y pude comprobar que me miraba con mucha curiosidad. 

Tenía un cuidado acento británico hablando inglés, probablemente fruto de varios años de estudio en alguna universidad del Reino Unido. Yo había preparado un poco las posibles preguntas que podría recibir en la entrevista. La mayoría de carácter técnico, pues mi CV me lo sabía de memoria. Cual fue mi sorpresa al recibir la primera pregunta así de sopetón: "Bueno Manuel, ahora que ya estás aquí y nos has conocido... ¿Te parecemos todos los árabes terroristas?".

¡La leche que pregunta! Me quedé ciertamente sorprendido y estuve a punto de contestar aquello de "es una pregunta trampa, ¿no?" pero entonces pensé que era la típica cuestión humorística para romper el hielo, así que decidí seguir la corriente con más humor. ¡Claro que sí! no hay más que ver esos trapos que lleváis, podéis transportar una metralleta debajo de esos faldones y yo ni me enteraría. Jajaja grandes risotadas iniciales del jefe seguidas de otras tantas de los acompañantes. Parece que les caí bien y les gustó mi espontaneidad hablando inglés con acentazo español. La entrevista siguió en un tono mucho más relajado y ya dentro de los cauces normales.

Una vez pasada la entrevista me hicieron las pruebas médicas y psicotecnias. Al poco tiempo me dijeron que el puesto de trabajo era mio si lo quería. Los acontecimientos sucedieron con rapidez. Alegría, celebración y firma del contrato. En un par de meses ya había dejado mi puesto de trabajo con BAE SYSTEMS y me había trasladado con la familia a un chalé de lujo con dos planta en una urbanización estupenda en Al-Ain. Mi hija ya estaba matriculada en un colegio británico y lo primero que hice al poco de llegar fue comprarme lo que pensaba era un buen coche. Me decanté por un Golf muy deportivo (el sueldo lo permitía) con cambio de marchas en el volante y un sin fin de gadgets. Un modelo que solo se fabrica en exclusiva para Oriente Medio y preparado para las altas temperaturas y el polvo del desierto (filtros y batería especial). 

La encerrona

En mi primer día de trabajo llegué temprano al Parking y para mi sorpresa ya lo encontré lleno de coches. ¡Pero que coches! Todos de altísima gama. Mi pequeño Golf era una cosa insignificante en medio de tanto Jaguar, Bentley y 4x4 de superlujo. Tanto es así que le pregunté al gerente en la entrada si la plana mayor de la compañía estaba esperándome.  Me informó amablemente que esos eran los coches de los alumnos. Me quedé perplejo y lo único que pude hacer es esbozar un sonrisa forzada.


El primer día me enseñaron las instalaciones y lo único que alcancé a ver fueron helicópteros, muchos helicópteros Bell 206 relucientes y pintados de blanco y naranja por todas partes. También había algunos Robinson 44. Todos ellos impecables, como recién comprados y con todos los "extras" que uno pueda imaginar (hasta con GPS conectado en los patines para saber cuando y donde estaba el aparato en el aire). 

Pregunté por los aviones que se suponía eran mi campo de conocimiento y nadie supo darme una respuesta. Pensé que se trataba de otra broma, pero en realidad mis problemas solo acababan de empezar. Nada más enseñarme la compañía me presentaron a mis futuros alumnos. Me encontré delante de un grupo de jóvenes, perfectamente uniformados con camisa blanca y pantalón negro. Me llamó la atención el corte de pelo y el aire marcial con el que estaban formados en pie y sin hablar palabra. En ese momento mis sospechas de que estaba apunto de empezar a entrenar personal militar se agrandaron y ya pregunté sin rodeos al director de recursos humanos cual era mi trabajo real en aquella pseudo-academia de entrenamiento "civil".


Una vez en privado con los directores, me informaron que mi tarea en realidad había cambiado. Ahora se trataba dar entrenamiento en helicópteros en vez de aviones. Y si, efectivamente se trataba de cadetes militares, pero me aseguraron que harían el curso de piloto empezando por helicópteros civiles para luego pasar a volar el todopoderoso helicóptero de ataque AH-64 Apache. Se trataba de hacerlo de forma discreta sin que nadie supiera que eran realmente militares, por ello habían decidido cambiar mi visa de trabajo por una de turista. Me quedé lívido. No podía creer lo que estaba oyendo. Me acababan de hacer una encerrona. 

El director de la compañía estaba emparentado con altos cargos del gobierno. Por lo visto podían hacer lo que quisieran. ¿Qué podía hacer entonces yo? ¿deshacer el traslado y volver a España? Volver a mi país sin trabajo no parecía una buena opción. Intenté ser razonable y les dije que mi entrenamiento no incluía los helicópteros. Yo tenía la licencia de piloto comercial de ala fija, pero no sabía nada de alas rotatorias. Un "no te preocupes por eso" salió de la boca del jefe, seguido por un "nosotros te daremos todo el entrenamiento que necesites en helicópteros". No me lo podía creer, pero ellos iban en serio. 

Se aseguraron de facilitaron toda la formación necesaria en aquellos aparatos sin pagar un duro (un dinár debería decir o Dírham). Yo por mi parte puse mis condiciones. Me negué en rotundo a dar ninguna información relativa a cuestiones militares. No podía. Dejé claro que a lo único que me comprometía era a dar instrucción de tipo civil (aunque fuera en helicópteros). Yo era (...y todavía sigo siendo hasta la edad de retiro) militar del Ejército del Aire (en excedencia voluntaria). Le dije a Mohammed con tono grave que si en España se enteraban de que yo pudiera estar dando instrucción de tipo militar, la Guardia Civil enseguida podría ponerme de patitas en la cárcel. El Jefe accedió, me ceñí a la instrucción de carácter civil y así empecé a estudiar y luego a volar en los Robinson 44 primero y más tarde en los Bell 206

Mi primera vez en un aparato de estos

¡Menuda experiencia ver el medidor de velocidad caer a cero y seguir suspendido en el aire! He de reconocer que para un piloto de avión esto da mucho "canguelo", pero los aparatos respondían de maravilla. El Robinson es un aparato más ligero y con motor de pistones, por lo que las sensaciones son más las de ir en un "panda" por una autopista a120 por hora. Los Bell 206 los vi de pequeño en todas las pelis de la TV. Eso ya es un aparato con más prestaciones. Son muy maniobrables y llevan turbina. Se comporta más como un coche de tipo medio por seguir con la analogía.



Los días se sucedieron muy deprisa y aprendí todo lo relacionado con el vuelo en helicópteros, incluida la maniobra de autorrotación que al principio da bastante canguelo. Comencé a descubrir un nuevo mundo dentro de la aeronáutica. Cada día era una pequeña aventura. No dejaba de asombarme que un ala giratoria pudiera ser tan versátil. Se podían realizar maiobras espectaculares en un espacio muy reducido. Nada que ver con los aviones. Recuerdo que una de las muchas cosas que practicábamos en el simulador era lo de aterrizar en el helipuerto del Burj-Al-Arab, donde Rafa Nadal jugó un partido simulado para un spot publicitario. Un espectacular hotel de siete estrellas que es muy famoso. 



No era una maniobra sencilla, pero se podía repetir hasta la perfección. Una de las cosas que más nos gustaba era lo de perseguir con el helicóptero a los rebaños de camellos, hasta que los locales se quejaron de que los bichos se asustaban y las camellas dejaban de dar leche... nos pusieron las pilas.




La vuelta a casa

Todo era muy de película, pero existían varios inconvenientes, como por ejemplo el de tener que cruzar la frontera con Omán cada dos meses para estampar de nuevo mi visa de turista. Tenía un contrato por un periodo definido para una tarea muy concreta (...y en unas condiciones raras), eso me hizo replantearme el futuro en el país. Entre las cosas técnicas que más me impresionaron de mi estancia está el Apache. Este helicóptero es un aparato espectacular, algo fuera de lo común. Cualquiera que haya estado cerca de uno de estos aparatos se da cuenta que está hecho para matar. ¡Menuda bestia parda! Quedé impresionado la primera vez que lo vi de cerca. Debajo se pueden ver algunas fotos que le hice. Cumplí con mi contrato y enseñé a volar helicópteros a los cadetes, pero después de dos años mis días en aquel país tocaban a su fin.


Debajo se pude ver un detalle del rotor de cola, que lleva palas separadas y un swashplate.


Debajo se puede ver el cañón M230 de 30 mm y el lanzador de cohetes Hydra 70



En cuanto a lo personal, poder pilotar un helicóptero es algo que marca un antes y un después a cualquier piloto de ala fija. Pero hacerlo en el desierto fue todo un privilegio. Perseguir camellos por el desierto, volar hacia la puesta de sol por encima de las dunas, todo parecía tan irreal que a veces me hacía sentir que estaba viviendo una película. Viví momentos muy especiales, esos en los que las cosas que más te importan parecían estar juntas y encajar. Momentos de realización personal... Fueron dos años muy intensos dando instrucción en estos aparatos, pero para mí ya era hora de volver Europa.

Comentarios

  1. Qué gran historia! Encontré hace poco tu blog y lo estoy disfrutando. Muchas gracias!!

    ResponderEliminar
  2. Si se me permite la licencia, creo que el relato -excelente, as usual- merece una BSO ad hoc:
    https://youtu.be/RuxHLzwlDY4
    Un saludo.
    Pablo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, muchas gracias Pablo. La música de Maurice Jarre simplemente espectacular 👌
      Un abrazo
      Manolo

      Eliminar
  3. No descartes dar alguna vuelta con el Osprey...

    ResponderEliminar
  4. En lo personal considero que sus blogs son fascinantes, gracias por transmitir sus experiencias y conocimiento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias querido amigo, espero que sigas disfrutando del Blog mucho tiempo.
      Un cordial saludo
      Manolo

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Neumáticos de avión: mucho más que caucho

El MAC o cuerda aerodinámica media

Sistema de detección de fuego y extinción