La primera vez que vi un avión Iraquí... y casi me da algo
En 1983 me encontraba todavía en periodo de formación como alumno en el Ejercito del Aire. La Base Aérea de Getafe, me acogió durante esa etapa de 2 años de prácticas en el Ala 35 de transporte, antes de volver a la academia para terminar mi formación como especialista en radares y misiles. Por ponernos en situación, en aquellos años (para los más jóvenes: no existía Internet ni había teléfonos móviles en España) Juan Pablo II era el Papa. Se aprobaban los Estatutos de Autonomía de Baleares, Castilla y León, Extremadura y Madrid (donde sería alcalde Tierno Galván). El Gobierno de Felipe González, que había ganado las elecciones un año antes, nacionalizaba (expropiaba) la empresa Rumasa, y en lo futbolístico se producía la "gesta" Española, al ganar por 12 goles a 1 a Malta en el Estadio Benito Villamarín de Sevilla para la clasificación de la Eurocopa 1984. El año anterior con el famoso "Naranjito" en el mundial de Barcelona habíamos quedado en el puesto 12. Ese año también se llevaba la Vuelta a España el legendario Bernard Hinault frente a un Marino Lejarreta que a punto estuvo de arrebatarle la victoria al galo.
Recuerdo todas estas y algunas otras cosas de aquel año, pero hay una que quedará imborrable por la impresión que me causo en aquellos días siendo un joven de 22 años que vivía completamente despreocupado por la política internacional (¡Caray!, me doy cuenta de que hablo ya como si fuera un viejuno). En fin, puestos en situación aquí va ya la historia:
Recuerdo que era uno de los momentos de más rancia tradición castrense del día. Durante décadas de gloriosa historia militar española en las que algún egregio militar patrio lo instaurase por primera vez, siempre se ha seguido el ritual de ese momento con el beneplácito del mando y la complacencia de la tropa. Era ni más ni menos, que la hora del "bocadillo de media mañana". La noche anterior a toque de retreta (nada que ver con el retrete, viene del francés “retraite” que significa “retirada”), habíamos formado, como de costumbre con desgana, delante de la escuadrilla y entre bromas en voz baja escuchábamos al cabo furriel que nos leía en cambio a voz en grito la orden del día y el típico menú que nos esperaba en el comedor para el desayuno (el sempiterno "eco con leche y pepito" para desayunar).
El caso es que hubo una parte de la orden del día que llamó mi atención esa noche y me dejó algo perplejo y meditabundo por lo tajante y excluyente que resultaba en los quehaceres habituales de una Base Aérea tranquila como era la de Getafe. Se venía a decir que al día siguiente todo personal no autorizado (casi todo el mundo) quedaba excluido del área de pista y sus aledaños, incluidas las rampas y las zonas de aparcamiento y carreteo de TODA la Base Aérea. Se suspendían las operaciones de vuelo y se autorizaba al personal para tomarse ese día de permiso a los que así lo desearan. Todavía estaba cerrando mi taquilla antes de subirme a la litera cuando recordaba el énfasis puesto en aquellas ordenes...
A diana el día siguiente nos levantamos como de costumbre, frescos como lechugas y despreocupados. Lo sucedido el día anterior ya no se recordaba (y más en mi caso que soy muy despistado). Era una mañana tranquila de finales de invierno, principios de primavera y por las mañanas hacía algo de fresco, pero al medio día ya se disfrutaba de una temperatura muy agradable. Eran de esos días previos al usual cambio brusco de temperaturas que ocurren en Madrid. Siempre se ha dicho que en Madrid solo existe invierno y verano, porque los días templados propios de primavera y otoño son muy escasos, pasándose de un frió intenso a un calor agobiante en cuestión de poco tiempo.
Tenía una característica torreta de cola artillada con cañones antiaéreos y un puesto de observación acristalado en el morro que lo hacían inconfundible. Era sin duda un Il-76 de fabricación soviética, pero con unas escarapelas y una bandera en el empenaje de cola que por aquel entonces no podía reconocer. Escondido detrás de los carrillos GPU miré por entre las rendijas de estos para buscar más referencias que me hicieran entender de donde provenía este aparato. ¿Que estaría haciendo en España? No dejaba de preguntarme. Puede ver pintado en el lateral y en la cola unas inscripciones hechas en árabe y empecé a ponerme un poco nerviosos ya que ahora cobraba sentido más que nunca la orden del día anterior. Sin duda estaba viendo algo que se suponía no debía ver... Me recorrió un cosquilleo por la espalda y sentí la necesidad imperiosa de buscar rápidamente un baño.
Lo que sucedió a continuación me dejó todavía más nervioso aumentado la sensación de canguelo hasta límites insospechados. El Ilyushin paró sus motores y todo quedó en silencio. La mañana entre el ambiente aeronáutico destilaba la excelsa palimodia del ámbito crucial y macatruqui... Vamos, que la mañana estaba tranquila y no corría el viento pero se mascaba la tensión en el aire. En efecto. Todo estaba desierto. No había nadie. No había ningún miembro (...o miembra como diría alguno de nuestros políticos) de las fuerzas Armadas españolas o del Gobierno en las proximidades y comencé a pensar de todo. Se me pasaban por la cabeza los más descabellados escenarios... En ese momento se empezó a abrir la rampa de cola del "avión invasor" y una vez abierta salieron a paso ligero unos individuos que vestían algo parecido a un uniforme. Iban armados con los famosos y archiconocidos AK-47 Kaláshnikov o alguna variante del mismo. En la academia yo había hecho practicas de tiro con nuestro CETME y sabía de la potencia y calidad de estos subfusiles de fabricación soviética, pero nunca antes había visto uno en la realidad. Los uniformados rodearon el avión con el arma en posición de "tercien" como si quisieran custodiar al aparato y esperaron así sin decir palabra. Algunos de ellos lucían en sus cabezas el famoso pañuelo palestino que popularizó Arafat. Me quedé agazapado en mi escondite y esperé también.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que escuché el rugir de grandes camiones que se acercaban por una de las rampas de acceso al parking donde nos encontrábamos. Unos remolques de un largo descomunal se acercaron por la popa del aparato. Recuerdo que me fijé en la matricula que era de Navarra y pude distinguir que la carga que llevaban se componía casi en su totalidad de contenedores largos. Si, efectivamente enseguida pensé que se trataba de cañones u otro tipo de armamento similar. Los conductores de los camiones abandonaron los vehículos y se alejaron para dejar que fueran los ocupantes del IL-76 los que cargaran todo el material en el avión. Yo seguía agazapado y de cuclillas en mi escondite sin perder detalle de toda la operación, cuando de repente sentí que alguien se encontraba detrás de mi y apoyaba un objeto pesado en mi hombro derecho. "Ni te muevas" me susurró al oído. Madre del amor hermoso. ¡Ya está! pensé. Me he caído con todo el "artesanao" que diría el amigo Mota.
Giré la cabeza lentamente y vi que lo que tenía apoyado en el hombro era un gran teleobjetivo de una cámara de fotos. Seguí girando un poco más y comprobé que se trataba del Brigada fotógrafo de la Base Aérea que quería documentar el hecho que estaba acaeciendo. Había llegado sigilosamente hasta la misma posición en la que yo estaba. Me tranquilicé al ver que no era la PM (Policía Militar) o peor aún, alguno de los malencarados invasores y callado cual momia egipcia miré al frente y serví de trípode para unas fotos ilegales de un hecho que no estaba ocurriendo. ¡Ni una palabra de esto a nadie! me dijo muy serio mientras disparaba su cámara. Pasaron unos minutos desde que dejé de oír el típico chasquido del obturador de la cámara. Los extranjeros acababan la operación y regresaban al interior del avión para marcharse. Me dí cuenta de que estaba solo de nuevo y respiré con alivio. Regresé por donde había venido y me metí en la cantina porque tenía el gaznate "como lija del 15".

La política, la economía... y las comisiones han forjado muchas relaciones bastardas.
ResponderEliminarTienes toda la razón! Muchas gracias por leer este blog.
ResponderEliminarUn cordial saludo
M.
Buenas Don Manuel!
ResponderEliminarLa hipocresia de las izquierdas que se llenan la boca acusando a los Americanos! Que tire la primera piedra!
R Sala
Muy buenas Don Ricard!
EliminarMuchas gracias por leerme desde tan lejos :)
Un abrazo desde Viena (estoy dando entrenamiento a los de AUA)
Manolo